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Qatar o no catar, esa es la cuestión


Profanáticos


El futbol, así como el arte, parece que se va definiendo según la época y el contexto que determina el modus vivendi y operandi de la sociedad. Por ejemplo, colocar una banana con cinta adhesiva en una pared y venderla por miles de dólares es el reflejo de la ligereza y lo insulso de las nuevas elites que derrochan, como María Antonieta, mientras el mundo se resquebraja a su vista sin que pase absolutamente nada. Lo importante es marcar tendencia y decirle al mundo lo bien que se siente cuando hay billete impreso por montones que, dicho sea de paso, es lo que está hiper-inflando las economías de todo el planeta: la impresión, no solo del verbo impresionar sino del verbo imprimir el papel cuadradito que nos vuelve locos como lo está haciendo con los jeques en Qatar. 


En su libro ?Los bárbaros?, Alessandro Baricco, nos narra cómo el mundo está mutando y, como cualquier profanático de a pie, piensa que estamos llegando como sociedad a la desintegración y la decadencia. Esto se ve reflejado, según el autor, por ejemplo, en el vino: ya no hay proceso ni ritual, todo es producción industrial y lo que antes demoraba años ahora demora meses o semanas, lo importante es abastecer y saciar a los clientes con ansias desmesuradas de consumir, o, beber en este caso. Lo mismo con los libros, donde san Google y los libros de fácil lectura son los que iluminan las mentes de los intocables ?intelectuales? de las redes sociales o la socialité de lugares raros posmodernos y deconstruidos. 


Pero el autor también alude al futbol que, como deporte bello, lleno de historia y de complejidades que le daban el cariz de arte, pasó de ser un ritual (dominical) a ser un producto sintético en el que, tanto los jugadores cumplen todos los roles posibles dentro de la cancha, como el de los espectadores que, cual hamburguesa callejera, se atiborran de pantalla en el bar, la casa, la calle y por todas partes? es solo cuestión de encender la TV o ir al chuzo de la esquina para ver futbol 24/7. 


Ya el juego no vale mucho, lo que vale es el show, el performance, el paquete? no lo digo por algunos jugadores que de verdad decepcionan, sino por el paquete en el que se envuelve este deporte que pasó de ser el ritual de fuerza, definición de roles específicos y también de coqueteo con la pelota, a ser un abstracto donde todos hacen de todo. Diría yo que, uno de los últimos bastiones de esa belleza fue el Barcelona de Messi y Guardiola. Igual lo bello del futbol es que se puede reinventar y esperemos que la era pos Messi abra nuevos horizontes en medio de la desalentadora temporada mundialista que, aunque se juega en un país caliente, creo yo que es el otoño del deporte rey. ¿Por qué lo digo? Porque ahora ya no solo se habla de jugadas y buenos delanteros sino de los millones que cuesta tal o cual jugador, del derroche del país anfitrión y de las injusticias cometidas por la (in) moralidad musulmana que prohíbe el consumo de alcohol pero que esclavizó a más de 5.000 hombres y mujeres que, muchos de ellos, dieron su vida por el mundial, es decir, murieron en condiciones ínfimas e inhumanas. Pero eso sí, lo más importante será usar bien el burka Gucci e ir bien tapaditos en el clima de desierto; no sea que don Alá se ponga bravo con los inmorales occidentales. 


También lo digo, porque, como en época navideña, que empieza en octubre, ya se habla de que en el siguiente mundial, el del 2026, habrán 8 selecciones más y donde veremos a Neymar jugando contra Islas Caimán. El dinero es lo que manda y los gringos, futuros anfitriones no les importará la narrativa futbolística sino hacer millones con el guacamole y la cerveza; es decir que será la antítesis del que empieza este 20 de noviembre de 2022. Aquí lo que importa es, ahora sí, impresionar a grandes y chicos, a fanáticos (no solo de la religión) y no fanáticos. Los contrastes de las dos culturas para ese entonces será el tema a tratar y como siempre, ya no los hinchas sino los bárbaros irán a llenar su estómago y a no proferir ninguna mala palabra porque tanto en occidente como en medio Oriente están prohibidas, no vaya y se ofenda Alá, los jugadores e hinchas de cristal. 


¿Quatar o no catar? Yo me quedo con los añejados y los clásicos. Que viva el futbol cabrones.